LEYES DEL 25, CONVENCION PRELIMINAR DE PAZ Y CONSTITUCION 1830

LA INDEPENDENCIA COMO PROBLEMA

1825 y las leyes de 1825  

En agosto de 1816, los portugueses habían invadido la Provincia Oriental con la intención de destruir a Artigas y a su revolución. Vencido el caudillo y sus seguidores por la superioridad numérica y material de los portugueses comandador por Carlos Federico Licor, Montevideo fue ocupada el 20 de enero de 1817, aunque la lucha continuó por tres largos años en el medio rural.
Indignado ante la pasividad de Buenos Aires, Artigas le declaró la guerra al tiempo que enfrentó a los portugueses con ejércitos que se vieron diezmados por sucesivas derrotas. No obstante, sus subordinados como integrantes de la Liga Federal, Francisco Ramírez, gobernador de Entre Ríos, y Estanislao López, gobernador de Santa Fe, consiguieron llevar una campaña victoriosa contra los centralistas bonaerenses que pareció implicar el triunfo del federalismo. Pero la esperanza duró poco porque ambos caudillos entraron en acuerdos con Buenos Aires que desnaturalizaban la prédica artiguista, se rebelaron contra él t lo dejaron solo para ser aplastado por los lusitanos.
Ya sin recursos y sin hombres aptos para la lucha, que fue casi de exterminio, Artigas se retiró al Paraguay en setiembre de 1820 y desapareció de la vida política de la región.
Dueño Lecor de la situación militar de la Provincia Oriental, convocó a un Congreso en Montevideo en julio de 1821. Este Congreso digitado votó la incorporación de la provincia a Portugal con el nombre de Cisplatina. La ocupación dio lugar así a la formal incorporación del territorio Oriental al Brasil. Cabe destacar que el Congreso estuvo integrado por aquellos orientales, principalmente montevideanos, que promovían la incorporación como una forma de solución política ya que “los orientales no podrían sobrevivir por sí solos”. Pero también es de destacar que los hombres que figuraron entre quienes apoyaron las mociones de incorporación se encontraban aquellos personajes que buscaron y lograron con éxito acomodarse al lado de Lecor, en un régimen de favores y privilegios. Para éstos, la incorporación a Portugal no era solo necesidad, sino un beneficio material y social. 

Proclamada la independencia de Brasil en 1822, la guarnición portuguesa de Montevideo entregó la ciudad a los brasileños comandados por el mismo Lecor, en febrero de 1824.
La resistencia a la anexión al Brasil estalló pronto entre los orientales: el Cabildo de Montevideo y la asociación secreta de patriotas “Los Caballeros Orientales”, protagonizaron en 1823 una revolución que fracasó por la falta de apoyos suficientes. Muchos debieron exiliarse en Buenos Aires, desde donde prosiguieron los trabajos revolucionarios.
Estos lograron concretarse en 1825: el cuerpo expedicionario de los Treinta y Tres Orientales, comandado por Juan Antonio Lavalleja, desembarcó en el territorio oriental el 19  de abril de 1825. recogiendo otra vez la adhesión de gauchos y caudillos, toda la campaña los apoyó y se pudo constituir un Gobierno Provisional en Florida el 14 de junio.
Este gobierno designó a Lavalleja como jefe militar y convocó a elecciones para una Asamblea que el 25 de agosto de 1825 proclamó tres leyes



1
Ley de Independencia




“1° Declara írritos, nulos, disueltos y de ningún valor para siempre todos los actos de incorporación, reconocimientos, aclamaciones y juramentos arrancados a los pueblos de la Provincia Oriental por la violencia de la fuerza, unida a la perfidia de los intrusos poderes de Portugal y el Brasil, que la han tiranizado, hollado y usurpado sus inalienables derechos y sujetándolas al yugo de un absoluto despotismo desde el año de mil ochocientos diez  y siete, hasta el presente de mil ochocientos veinticinco.(...). 2° En consecuencia de la antecedente declaración, reasumiendo la Provincia Oriental la plenitud de los derechos, libertades y prerrogativas inherentes a los demás pueblos de la tierra, se declara de hecho y de derecho libre e independiente del Rey de Portugal, del Emperador del Brasil, y de cualquier otro del universo y con amplio y pleno poder para darse las formas que en uso y ejercicio de su soberanía estime convenientes.”
2
Ley de Unión

“Queda la Provincia Oriental del Río de la plata unida a las demás de este nombre en el territorio de Sud América, por ser la libre y espontánea voluntad de los Pueblos que la componen, manifestada con testimonios irrefragables y esfuerzos heroicos desde el primer periodo de la regeneración política de dichas Provincias.”
3
Ley de Pabellón
“(...) Siendo una consecuencia necesaria del rango de independencia y libertad que ha recobrado de hecho y de derecho la Provincia Oriental, fijar el pabellón que debe señalar su ejército y flamear en los pueblos de su territorio, se declara por tal el que tiene admitido, compuesto por tres fajas horizontales, celeste, blanco y punzó, por ahora y hasta tanto que incorporados los Diputados de esta Provincia a la soberanía nacional, se enarbole el reconocido por el de las Provincias  Unidas del Río de la Plata, a que pertenece.”


La existencia de estas leyes originaron en los historiadores un gran debate que intentó responder a la pregunta ¿qué querían los orientales en 1825?, ¿querían ser independientes como expresa la primer ley? ¿O querían ser parte de la Argentina como asevera la segunda ley?
Para responder a esto por mucho tiempo se opusieron  básicamente dos posiciones historiográficas:

a)       la postura nacionalista o independentista clásica, cuyo rasgo más distintivo sería reivindicar el surgimiento del Uruguay como un Estado Soberano que por su propia voluntad ya madura en 1825, quería ser un Estado Independiente porque se concebía como una Nación diferente y propia al resto. Veamos a dos de sus exponentes:

Pablo Blanco Acevedo:
“Es (...) el 25 de agosto de 1825 una expresión inequívoca de la voluntad popular, pronunciada por sus legítimos representantes, de construir una nacionalidad única frente a los designios de las autoridades y los gobiernos vecinos, deseosos de imponer  tutela o jurisdicción sobre su territorio, considerando parte integrante del antiguo Virreinato del Río de la Plata” (“Informe sobre el Centenario de la Independencia” en “Cuadernos de Marcha”, 1ª época, N0 18, p. 5, 1968)

 “Se ha querido negar por algunos la importancia trascendental de la declaratoria de la independencia del 25 de agosto de 1825, alegando que este acto solemne de la Asamblea de la Florida, fue seguido de otro por el cual se proclamaba la incorporación del estado oriental a las PPUU del Río de la Plata. Nada más falto de verdad que una afirmación semejante. Las PPUU del Río de la Plata en la época que nos referimos, no formaban una país constituido pues, lo que se llamó con el transcurso de los años República Argentina, era en aquel momento un conjunto de provincias y de territorios disgregados, en los cuales imperaban gobiernos locales, sin mayores vínculos de unión recíproca. Por tanto, las (...) resoluciones de la Asamblea de la Florida del 25 de agosto de 1825 deben interpretarse, la primera como la declaratoria absoluta de la independencia ” (“Historia de República Oriental del Uruguay”, Montevideo 1958, p.148-149)

Juan E. Pivel Devoto:
 “La nacionalidad uruguaya está prefigurada desde los orígenes de nuestra formación social (...) La Cruzada de 1825 reanudó la lucha por la independencia (...) Los vínculos con las PP.UU. ya no existían. Razones circunstanciales de orden político, militar y económico pudieron impulsar a los dirigentes de 1825 a proclamar la unidad”
 (“Prólogo” a una selección de textos de Francisco Bauzá y otros, Colección Clásicos Uruguayos, vol. 145, 1975).

b)       la postura unionista o disidente, que destacaría el deseo federal de los orientales de formar parte de una “patria grande”, integrándose con el resto de las provincias en un gran Estado.

Eduardo Acevedo: “Precisamente ahí, en las condiciones de incorporación, está la diferencia capital entre lo que quería el Jefe de los Orientales y lo que decretaba la Asamblea de la Florida. Artigas, entendía, y con razón, que la unión incondicional era el sometimiento de los pueblos a la oligarquía que desde Buenos Aires regía los destinos del país entero. Y una de esas protestas de mayor resonancia había tenido lugar en circunstancias infinitamente más apuradas y críticas que aquellas que actuaban los Treinta y Tres y la Asamblea de la Florida (...) Tal es la variante histórica de los Treinta y Tres: la reincorporación sin condiciones”. (“Anales Históricos del Uruguay”, Tomo I, Montevideo, 1933, p.294-295)


Eugenio Petit Muñoz: “Hemos de comenzar adelantando que es nuestra firme convicción la que la conciencia patriótica de la Cruzada de los Treinta y Tres, que nos ha de servir para interpretar las Actas del 25 de Agosto, es todavía la del patriotismo rioplatense, con una fuerte dominante local encarnada en el espíritu oriental, pero no todavía una verdadera conciencia nacional uruguaya” (“Significado y alcance del 25 de agosto” en “Cuadernos de Marcha”. 1ª época, N° 19, 1968, p31.)


Vivián Trías: “La historia oficial y la historia propagandeada para uso escolar y de la opinión pública, señala el 25 de agosto de 1825 como la fecha de la independencia nacional. Sin embargo basta una simple lectura de las memorables resoluciones por la Asamblea de la Florida para saber que la misma constituye una afirmación  - en rigor, un retorno, una reconquista – de la concepción federal de Artigas (...) La orientalidad retornaba al artiguismo; o dicho de otra forma, se reencontraba con su esencia. En efecto, la Cruzada de los 33 – cualquiera que fueran los propósitos de sus financiadores porteños – se forja al calor de las ideas y la viva presencia de Artigas


Difícilmente podamos saber qué querían los orientales en 1825. lo que es seguro, como expresa José Pedro Barrán, es que resulta imposible homogeneizar una sociedad y afirmar o que todos son “unionistas” o que todos son “independentistas”. Lo lógico sería pensar que habría un poco de todo.
En vísperas del desembarco, en abril de 1825, de los Treinta y Tres, el cónsul británico en Montevideo envió a Lord Canning, su ministro, un informe sobre la situación en la Banda Oriental ocupada por los brasileños. Allí distinguió varios posturas:
realistas, viejos españoles quienes disminuyen diariamente y, abrigan fuertes prejuicios raciales contra los brasileños, sin embargo admiten que la tranquilidad, moderación y seguridad que ellos disfrutan los decide a preferirlos; los imperialistas, compuestos de los antiguos colonos portugueses, nuevos inmigrantes del Brasil, oficiales y soldados, comerciantes brasileños, ganaderos y propietarios de tierras. Entre estos últimos hay criollos y viejos españoles con las más grande propiedades de este país.” Este sector apoyaba el dominio brasileño no por sentimiento, sino por creer “posible el aumento de sus recursos solamente preservando el gobierno imperial, que el único que promete paz y tranquilidad a la provincia”.
Por último, el  cónsul británico definió a “los patriotas”. Estos comprendían todas las clases bajas de los criollos /que/ consideraban a la ocupación brasileña “como una usurpación”, se veían a ellos mismos como un pueblo sojuzgado”, alegaban “que los brasileños han sido invitados por los realistas y los bonaerenses en el periodo en que éstos se dieron cuenta que la influencia patriótica escapaba a su control”, es decir bajo el artiguismo. Pero los patriotas, “aunque están unidos en la oposición a Brasil”, estaban separados en otros puntos. “La mayoría” eran partidarios de Artigas y sus oficiales.
Para beneplácito del británico había otro grupo, /los unionistas/,  “la mejor clase, habitantes de las ciudades” quienes “han abandonado la idea de constituirse en estado independiente y soberano” y se inclinan “a unirse a la federación de Buenos Aires”. ¿Qué razones les había llevado a esta posición política? (...) Consistía en un miedo, en un temor a convivir con las mayoritarias “clases bajas”  a las que el artiguismo diera alas y enseñara “la división de posiciones y propiedades”. (...) Es este contexto social de lo político, casi siempre olvidado por las corrientes historiográficas que se han ocupado de la problemática de 1825. (…/…)
Los protagonistas de la Revolución de 1825, /los Treinta y Tres orientales/,  no hicieron, en las proclamas que explicaban al pueblo oriental sus objetivos, referencia alguna al artiguismo. (...) ¿Cuáles eran las razones de este rechazo a la única tradición revolucionaria que podía haberse invocado?.(…) /Seguramente,/ la violación del derecho de propiedad de la tierra y la guerra continua que el artiguismo protagonizó, desilusionaron primero y tornaron en enemigas de la Revolución después, a las clases altas y aún a ciertos sectores de las medias. La definición del periodo artiguista como “el Teatro de la Anarquía”, hecha (…) en el Congreso Cisplatino de 1821, hizo escuela y se volvió una rutina mental para todos los dirigentes de la sociedad oriental, desde los caudillos que encabezaron el levantamiento de 1825, ex lugartenientes del líder de 1811, hasta los “hombres principales”  de Montevideo que lo habían apoyado, aún en esa época con reservas, y que en 1825 y 1826 integraban la Sala de Representantes de la liberada Provincia Oriental.”  (Barrán, JP, en “La independencia y el miedo a la revolución social de 1825” artículo publicado en Semanario “Brecha”, 11 de octubre de 1985).

La Convención Preliminar de Paz
Frente a las victorias orientales sobre los brasileños e Rincón y Sarandí, el Congreso Constituyente de la Argentina decidió aceptar la incorporación de la Provincia Oriental, hecho que provocó la declaración de guerra de Barsil a las Provincias Unidas el 10 de setiembre.

Tras el triunfo de las  fuerzas provinciales en Ituzaingó el 20 de febrero de 1827, se abrieron paso las tratativas de paz, con la mediación de Inglaterra, que se sentía perjudicada en sus intereses por la guerra en el Río de la Plata y el bloqueo brasileño al puerto de Buenos Aires.
Lord Ponsomby fue el enviado de Londres y propuso como solución la independencia total de la Provincia (medio de restablecer la paz en el plata, que consolidaría el comercio inglés, y forma de impedir que fueran dos grandes Estado –Brasil y Argentina- los que dominaran en exclusividad  el estuario del río.
Muchos historiadores han sostenido la idea de que fue precisamente Inglaterra la creadora del Estado Oriental como un “estado tapón” (un estado equilibriador ubicado estratégicamente entre los dos “gigantes” del Río de la Plata: Brasil y Argentina).
El historiador Vivian Trías afirmó que (...) la concertación de la Convención Preliminar de Paz de 1828, que dio nacimiento a nuestra república, (…), /fue/ el fruto de distintos factores. Entre ellos cuentan el deseo ferviente de los orientales por emprender la paz, la reconstrucción de su comunidad, su hastío por las alternativas interminables de la política bonaerense, una mayor consolidación de la orientalidad como consecuencia de la larga lucha por la independencia, etc. Pero ninguno de ellos puede oscurecer el hecho decisivo de que Inglaterra aplicó en el Río de la Plata su vieja y probada política de poderes, asentada en la pieza maestra de un estado tapón o cojín”. (“Las montoneras y el Imperio Británico”, 1961, p 53 y ss.).
Sin embargo, según la historiadora Ana Frega, no existe documentación alguno que respalde este supuesto “estado tapón” ya que en ningún momento el gobierno británico especifica que la misión de Ponsomby era crear un nuevo Estado; su finalidad  era conseguir la Paz;  el interés inglés primario era el comercial.
No obstante, dado que las negociaciones no surtían efecto ya que ninguno de los dos, ni Argentina ni el Brasil, quería dejar en manos del otro al territorio oriental, surgió la posibilidad de que éste quedase constituido como un Estado, libre e independiente. esta solución fue la que adoptó en la Convención Preliminar de Paz, firmada en Río de Janeiro el 27 de agosto de 1828, por los representantes argentinos y brasileños, en presencia del enviado inglés.
En este tratado preliminar de paz que pone fin a la guerra entre Brasil y Argentina se resuelve crear un nuevo Estado Independiente, el cual deberá crear su propia Constitución, siendo ésta supervisada y confirmada por los respectivos gobierno argentino y brasilero. Estos también sostienen que ante cualquier peligro de inestabilidad política, se reservan el derecho de intervención militar para restaurar la paz en el naciente Estado uruguayo.
Por lo tanto, puede resumirse que la Independencia establecida en 1828 por este tratado fue:
·         una independencia OTORGADA. Fue una concesión que Argentina y Brasil otorgaron a los orientales. No una expresión de la voluntad de estos últimos, quienes ni siquiera participaron en las negociaciones de paz en Río de Janeiro.
·         Una independencia TUTELADA. El derecho de intervención implicaba una “independencia relativa” ya que tanto el Brasil como la Argentina retenían poder, y por lo tanto soberanía, sobre el territorio oriental, pudiendo penetrar militarmente cuando ellos consideraran que el Estado que habían creado estaba en peligro. Igual tutela significaba someter la Constitución elaborada a su aprobación.
Por último destacar al ARTÍCULO ADICIONAL, por el cual se consagra la libre navegación del Río Uruguay y sus afluentes por el término de 15 años.
Aquí se refleja el interés británico ya expuesto en varias oportunidades por Ponsomby en cartas al gobierno inglés:
 “(...) los intereses y la seguridad del comercio británico serían grandemente aumentados por la existencia de un Estado (...) en que los intereses públicos y privados de los gobernantes (...) tuvieron como el primero de los objetivos nacionales e individuales cultivar una amistad firme con Inglaterra (...) La Banda Oriental contiene la llave del Plata y de Sud América (debemos) perpetuar una división geográfica de Estados que beneficiaría a Inglaterra (...) Por largo tiempo, los orientales no tendrán marina, y no podrán, por lo tanto, aunque quisieran, impedir el comercio libre en el Plata” (de Lord Ponsomby a Lord Dudley, en correspondencia del 18 de enero de 1828.)

Nuevamente la solución que dio vida al Uruguay como un Estado, implicó retomar el viejo debate sobre ¿qué querían los orientales? ¿Había sido su deseo formar un nuevo Estado?
Reflexiones como éstas expresan la postura que alega que en el proceso histórico del Uruguay, el Estado nació antes que la Nación. Y eso implicó ya de por sí un gran inestabilidad, ya que el Estado naciente era débil en recursos humanos y materiales así como también en autoridad y poder de mando. Esto implicó que el Uruguay se viera envuelto en los conflictos de otros Estados que también estaban luchando por consolidarse como tales. De ahí que en la historia política rioplatense de la primera mitad del siglo XIX los límites y nacionalismos que hoy san tan relativamente claros no estuvieran tan bien definidos.

La Constitución de 1830

Durante mucho tiempo, nuestro país festejó la fecha de independencia el 18 de julio , fecha en que se promulgó la Primera Constitución de la República, la cual dio inicio jurídico a la vida del país independiente.
Para analizar los rasgos propuestos en la misma ver el ESQUEMA del Repartido “La constitución de 1830”. En este apartado transcribimos el análisis crítico que realiza Benjamín Nahum sobre la misma:
“En general, los constituyentes actuaron de acuerdo con ideas liberales que no eran las de mayor arraigo en ese momento en Europa ni América. En ambos continente había una reacción contraria al liberalismo, que se veía como preámbulo de anarquía y desorden. La afirmación de derechos personales, la distribución de poderes, las garantías para su funcionamiento, fueron rasgos positivos de esta Constitución, que la hicieron perdurable.
Fue vista por el país como una garantía de vida civilizada, como un símbolo de orden al que todos se remitían o decían aspirar, incluso quienes la violaban con la recurrencia a las revoluciones y motines. Estuvo por encima de los caudillos y luego de los partidos, y todos fueron conscientes de que muchos males de la República derivaban del /no respeto que se tenía por la misma/ (…)
Es un país anarquizado por las guerras de la independencia y sin una sólida organización interna, quiso asentar la estabilidad al hacer muy difícil su reforma y crear un Ejecutivo fuerte y centralizado que pudiera darle rumbos coherentes a la Nación.
Pero no previó la coparticipación de los partidos políticos en el poder, lo que obligó a las minorías a recurrir a la Revolución. Desnaturalizó a la Asamblea General al convertirla en electora del Presidente.
Privó del derecho a votos a la mayoría de la población: peones jornaleros, analfabetos, debilitando los derechos de la población rural y alejándolos de la vida política del país. 
Excluyó a los militares del Parlamento, apartándolos de una escuela de civismo y confinándolos a la conspiración o a la revuelta para llegar al poder”.

Características a destacar:
v  Sufragio restringido (la mayoría de la población no vota, NO ES CUIDADANO).
v  El pdte electo por la Asamblea General (Legislativo)
v  El pdte elige a los JEFES POLÍTICOS departamentales quienes controlan las elecciones. No existe coparticipación política del poder. El jefe político se encarga de realizar FRAUDE electoral para que en su departamento gane el partido del presidente.
v  Liberalismo. Doctores. Nada dice sobre reunión, asociación, libertad cultos, suprimió cabildo,...

¿SE APLICARÍA LA CONSTITUCIÓN?. Hoy tiene mucho peso, pero ¿qué significaba la constitución para los habitantes de la banda oriental? Muchos historiadores hablaron de un “divorcio” entre la realidad del país, inexperto como Estado y caudillista como producto de las guerras de independencia, que dificultó que la Constitución tuviera un cumplimiento irrestricto en el territorio nacional. Como expresó el sociólogo Zum Felde "Los constituyentes uruguayos de 1830 prescinden (...) de toda la realidad del país, para imponer una constitución abstracta" (Zum Felde, Proceso Histórico del Uruguay, 1963, p.120); abstracta porque no toma en cuenta cómo era el Uruguay de aquel tiempo e intentan convertirlo al molde del liberalismo europeo que en aquel tiempo reinaba en el Viejo continente.
No para todas esta “no adaptación” era negativa. J. Andrés Ramírez afirma:  "al salir de la Edad de Hierro de nuestra historia, los patricios de 1830 tenían dos caminos a escoger: (...) legalizar la fuerza, dar legitimidad a la violencia, o confeccionar moldes de un gobierno regular..." (Colecc, Clásicos Uruguayos, vol  118, p. 75, 1967, Mdeo). Como expresa Pivel Devoto "la Constitución de 1830 podrá no haber reflejado enteramente nuestra realidad, pero sin duda revisitó para los orientales los caracteres de un símbolo (...) convirtieron aquella carta en algo sagrado a los ojos del pueblo".
Cierto es que no sabemos hasta donde existía realmente un país legal y un país real, ya que a pesar del liberalismo presente en la Constitución, la misma también incorpora al Caudillo en la figura del jefe Político. Lo que no cabe dudas es que habilitando el fraude electoral, dadas las condiciones del Poder Legislativo como elector del Presidente, la Constitución a habilitó la permanencia de un mismo partido político en el poder. Así, la oposición al gobierno solo podría tomar las armas para poder llegar al poder. Y así lo intentó durante el siglo XIX.
¿Cuál es la Realidad del Nuevo Estado?

a) Poder y personalismo. Difícil camino para la consolidación del Estado.

Bajo la perspectiva del proceso de construcción estadual, la situación tras la independencia no resultó apropiada para la inmediata consolidación de gobiernos constitucionales. La sociedad civil no se encontraba preparada ni para la integración política a nivel nacional ni para la  participación en la misma. La ausencia de consenso y de tradición política colocaron a las constituciones liberales bajo una constante tensión, proyectándolas como factores de inestabilidad para el nuevo orden.
Ante esta ausencia o vacío del Poder del Estado y de la Ley, la hacienda mantuvo su dominio ejercido sobre  la vida política y social, convirtiéndose en “modelo de gobierno”. Esta transformación se gestó a través de las relaciones personales de obediencia y clientelismo, de las cuales el caudillo protagonizó el papel central de un extenso grupo que conformó la poderosa red política de la época
En un marco de la inestabilidad político-formal, el caudillismo prolongó su existencia durante los conflictos de posguerra, “o bien porque los triunfantes republicanos estaban en desacuerdo entre ellos /o/ con sus vecinos, o bien porque los sectores poderosos de intereses /compitieron/ por el control del nuevo ejecutivo. De este modo, surgieron bases locales de poder y los caudillos aprovecharon para ocupar el vacío político y establecer un nuevo orden social”[1].
Este último, descansó fundamentalmente en la existencia de relaciones patrón-cliente y en el establecimiento de lazos de fidelidad y lealtades personales, obtenidas a cambio de protección y de determinadas beneficios. Por un lado, el terrateniente quiso servicios y lealtad, tanto en la paz como en la guerra; por otro, el peón buscó la subsistencia y la seguridad. De esta forma, el primero reclutó un séquito personal conformado por los segundos, núcleos humanos  imprescindibles en las dinámicas de la hacienda y de la guerra revolucionaria. Atrapados en una relación de dominación-dependencia, los sectores menos privilegiados “se vieron envueltos en /las/ luchas políticas /que tiñeron el país/, ya fuese como productores o actores directos en los combates, a menudo en contra de sus voluntades”[2].
Dentro de este marco, según Lynch, “el personalismo /reemplazó/ a la ley y a las instituciones, la violencia se /transformó/ en forma aceptada de dirimir los conflictos políticos y la estructura social se /mantuvo/ sin cambios, protegida por el caudillo (...) La naturaleza del caudillismo (...) se /expresó como un forma/ de clientelismo, propio de la postindependencia latinoamericana”[3].
Así, las relaciones personales tiñeron con sus redes sociales el carácter político del caudillismo determinado por el personalismo, la informalidad, las alianzas locales y la manipulación popular.
No obstante, cuando el poder personal y el patronazgo no resultaron medios efectivos de imposición, la violencia y el terror operaron como recursos alternativos. A través de sus tierras y de su clientela cautiva, solo el terrateniente poseyó las condiciones económicas  y humanas para hacerse del monopolio de la violencia física, y organizar bandas armadas  para lograr sus objetivos.
Dentro de esta composición de “bandos”, el personalismo se vinculó de forma más pragmática y personal que política. El componente ideológico operó en función del marco de intereses  individuales y de las formas legítimas de poder que estos últimos evocaron. Por tal motivo, trascendiendo las posturas "blancas" o "coloradas" de pertenencia política, en última instancia  primó el interés de clase o local,  capaz de afectar la red de relaciones personales que compusieron un complejo entramado social.). De esta forma, “cada uno luchaba por lo suyo y el interés por una nación más grande, /o una ideología universal/, resultaba ser una “abstracción incomprensible”[4].

b) La cultura Bárbara
“(...) La ‘barbarie’ la sensibilidad de los excesos, en el juego y en el ocio, en la sexualidad, en la violencia, en la exhibición irrespetuosa de la muerte (...) la identificación de  la ‘barbarie’ con una sociedad que practicó la violencia física y la justificó como el gran modo de dominio del Estado sobre sus súbditos  y el de los amos (padres- maestros- patrones) sobre sus subordinados (hijos-niños –sirvientes); que jugó y rió casi tanto como trabajó (...) hombre y mujeres que vivieron su sexualidad plenamente (...) en medio de un catolicismo permisivo (...) /donde / se exhibió macabramente la muerte  (...)
Un paisaje que alentaba el ejercicio de todos los sentidos y los alternaba , con una demografía de los excesos en la natalidad, la mortalidad y la tasa de la masculinidad; una economía y una sociedad que promovía la libertad física y el ocio; la ganadería  y la vida política entroncada con la violencia física elemental: he ahí el entorno de la sensibilidad “bárbara” (...)” Extraído de Barrán J.P. “Historia de la sensibilidad del Uruguay”, Tomo I , pp. 14-15.

Economía ganadera, libertad física y violencia
“(...) la abundancia de carne, el principal alimento, su baratura en la capital, su casi ningún valor de cambio en el medio rural, facilitaban la vida de los sectores populares, no los forzaba como en otras partes del mundo a (...) trabajar para comer (...) De tales características de la economía y la sociedad la pereza, la holgazanería y también la insubordinación  de las clases populares al decir de las clases dominantes (...) Libertad física, independencia, altivez y desenfreno de los sin propiedad, generaban una estructura social con diferencias más bien tenues (...) / a los ojos/ de aquellos que llegaban de Europa  (...) donde los hombre se diferenciaban por su nacimiento, por su fortuna, el acento con que hablaban, el traje que vestían, el tipo de alimento que consumían, la educación que poseían, las maneras y los hábitos.
En el Uruguay / de la época referida/ esos elementos uniformizaban, no distinguían. (.../...)
Era una economía cuya producción se basaba en la matanza del ganado vacuno y cuyo sencillo instrumental consistía en el cuchillo, el lazo, las boleadoras, desjarretador  y (....) el caballo /instrumentos que también pueden funcionar como armas/.
Esta economía al decir de las clases dominantes preparaba a su mano de obra para la guerra y los crímenes de sangre. /Los contemporáneos señalaban/ ‘ acostumbrada la vista  y las manos de aquellos hombres a ver correr la sangre, a lidiar con las fieras y a vivir entre ellas , se les endurece el corazón (...) juzgan de la vida de sus semejantes poco menos que la vida de un novillo’ ‘desde su más tierna infancia se ejercitan en el manejo del caballo (...) y su hábito de derramar sangre de los animales lo lleva a derramar también la de sus semejantes casi con indiferencia y con sangre fría’ ‘el asesino de la campaña ,acostumbrado a ver correr sangre desde que nace , clava un puñal en el pecho de un hombre con la misma indiferencia que tendría para carnear a un animal’ (...)” Extraído de Barrán J.P. “Historia de la sensibilidad del Uruguay”, Tomo I , pp.31-39.

La Guerra como estado normal en la República

“ (...) / La República / ‘un anfiteatro de sangre’, una sociedad que practicaba el degüello de sus enemigos  políticos. La guerra civil daba al gaucho la conciencia de su importancia física  (...) le restituía la dignidad personal que perdía como peón de estancia, y lo volvía insolente y bárbaro.
Estas guerras  civiles (...) a menudo fueron vividas  como un juego, participaron y alimentaron  a ese carácter lúdico que impregna la cultura bárbara .El ejercicio físico violento en las domas de baguales, en los combates de caballería en las cazas de vacunos y yeguarizos; la destreza admirada en el manejo de la lanza  o las boleadoras; el compañerismo en el combate, daban a esta clase de guerra para aquella clase de personas, un carácter festivo”. Extraído de Barrán J.P. “Historia de la sensibilidad del Uruguay”, Tomo I , pp.42-43.

“(...) La manera de llevar la guerra a cabo fue muy primitiva (...) el deguello de los pobres prisioneros era de lo más frecuente, siempre con la excusa de que el enemigo lo había hecho mucho peor las veces que salió victorioso. (...)” Brendel “Memorias de un médico Alemán”

c) Situación socioeconómica del Nuevo Estado
Las guerras de independencia dejaron al país en una situación económica bastante desfavorable para una economía que continúa siendo monoproductora:  matanzas indiscriminadas, ganado en pie que se cruza hacia el Brasil sin cobrarle impuesto, robos, descenso del número de existencias, etc…
La agricultura tenía escaso desarrollo, prácticamente nula. La poca producción existente era dirigida hacia un mercado interno, cuya demanda estaba insatisfecha (por ejemplo recordare que el Ugurya tuvo que importar trigo en varias oportunidades). En general se producía en chacras, principalmente pertenecientes al sur de la campaña. Los problemas agricultores se vieron afectados por otros conflictos de índole colonial: inseguridad y la lucha entre propietarios vs. poseedores.  A esto se le sumó el tema no resuelto en la Convención Preliminar de Paz acerca de la fijación de límites.
El conflicto de propietarios vs poseedores era producto de la aplicación del Reglamento de Tierras del 1815 que durante la dominación luso-brasileña se había desconocido, implantando el antiguo reparto de la época españolista (antiguos propietarios). A esto se le agregaba la llegada de emigrados reclamando sus propiedades, así como la numerosa cantidad de ocupantes sin título legal que habitaba la campaña. La Revolución había dejado una total irregularidad administrativa en materia de títulos de propiedad. En todos estos problemas el caudillo fue una figura clave.
La industria era muy rudimentaria, generalmente artesanal, y a su vez insuficiente para satisfacer la demanda. La actividad de los saladeros podría ser considerada como semi-manufacturera.
El comercio era desfavorable en relación a que se importaba más de lo que se exportaba. Esto era consecuencia de dos características ya mencionadas: la monoproducción (no existe variedad de productos para ofrecer al comprador) y las insuficiencias de la agricultura e industria (no existe cantidad suficiente para cubrir el mercado interno, menos para el externo).
Montevideo (puerto) desarrollaba ya el comercio de tránsito entre el litoral argentino y Europa. De este comercio comienza a surgir una clase social que empieza a desplazar a los hacendados como clase dominante. .
Para la obtención de mano de obra, se utilizó una estrategia de atracción a inmigrantes (proyecto Lucas Obes: el Estado paga los gastos del viaje, - pasaje, techo y comida- ). Estos serán un elemento importante para la modernización del país por sus aportes  e ideologías. Tener en cuenta la escasa densidad de población que poseía el naciente Estado.
La deuda pública a consecuencia de la independencia resultó extremadamente gravosa.
La dependencia de la moneda  de otros países no facilitaba para nada el intento de solución a la vida económica. El cobre del Brasil así como el Peso Argentino, eran monedas muy desvalorizadas y que circulaban abundantemente por el Uruguay, dificultando el comercio y favoreciendo la especulación. Si bien se tomaron medidas como prohibir su uso, las mismas solo solucionaron el problema de la calidad de la moneda, pero trajo aparejado la escasez de moneda circulante, aumentando la dependencia exterior. Recién con la creación de una moneda propia (el peso),  el Estado podrá hacer frente a este conflicto.
El único recurso del Estado era las rentas de aduanas. Esto significaba una base material escasa, que debía hacer frente a la Deuda y al Gasto Público. En estas condiciones, una política impositiva hacia la población carecía de sentido. Por lo tanto, el centro de la economía focalizaba su atención al desarrollo del comercio y a la posibilidad que este habría tanto de crecimiento empresarial como de política fiscal estatal.
Por otra parte, los antagonismo CAMPAÑA-CIUDAD siempre habían sido claros, y ahora se solidificaban. "En la capital, una oligarquía territorial, mercantil y política, y una escasa clase media profesional y artesanal; en la campaña, una poco numerosa clase  de pequeños propietarios (...), y una mayor población campesina de arrendatarios, peones, changadores y gentes varias sin ocupación ni oficio" (Castellanos, A. "La Cisplatina, la independencia y la República caudillesca", Ed. Banda Oriental, Mdeo. 1974, p 99)
Como rasgos principales de nuestra economía podemos señalar:
  • Monoproducción ganadera. Esto determina la gran dependencia del mercado internacional y del capital extranjero, ya que se necesita mucha importación y no siempre se puede exportar en buenos precios y buena cantidad.
  • El problema de la tierra, ya que por la influencia de los caudillos, el principio de propiedad privada no está consolidado. A esto se le suma la inseguridad reinante en nuestra campaña.  El poseer tierras brinda poder, ya que son los caudillos quienes las reparten o las quitan, por esa razón ésta es una época de grandes enfrentamientos en la campaña.
  • Nuestro país no cuenta con una moneda propia, lo que genera una gran dependencia financiera. Las monedas utilizadas en el Uruguay son, la brasilera y la argentina para el comercio de tránsito y el mercado interno y la Libra Esterlina para el comercio exterior.
  • Dada la monoproducción y la falta de recursos, el Uruguay tiene una gran dependencia económica, más que nada del Brasil y en gran medida del Imperio Británico.
  • Nuestro país tiene una grave crisis productiva, que se encuentra muy relacionada con la ya mencionada falta de recursos y dependencia extranjera. Dicha crisis productiva se observa en el rudimentario sistema de explotación extensiva.  




[1] Ibid. p. 181
[2] Goldman, N. y Tedeschi, S. “Los tejidos formales del poder” en “Caudillismo rioplatenses. Nuevas Miradas a un viejo problema”. Ob. Cit. p. 138
[3] Lynch, J. “Caudillos en Hispanoamérica 1800-1850”, MAPRFRE, Madrid, 1993, p. 197
[4] Ibid. pp 157-158

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